Hay momentos en los que en nuestro andar diario necesitamos renovar fuerzas para continuar. Las responsabilidades y diferentes situaciones hacen que nos debilitemos, por ello debemos buscar una fuente que nos renueve.
La fuerza que levanta
La fuerza que necesitamos no solamente es la fuerza física del cuerpo, sino es la fuerza interior, para ser renovados a pesar del cansancio físico y es Dios mismo quien, a través de su Santo Espíritu que habita en nuestros corazones, nos la da sin medida.
Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas, en cuyo corazón están tus caminos. Atravesando el valle de lágrimas lo cambian en fuente, cuando la lluvia llena los estanques. Irán de poder en poder; Verán a Dios en Sion.
Salmos 84:5-7 (RVR 1960)
Cuando caminas solo hacia una montaña será más difícil que si lo haces en compañía. Así es imprescindible que nuestra vida sea acompañada por la presencia del Espíritu Santo, porque Él es nuestra fuerza.
Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.
Romanos 8:26-27 (RVR 1960)
Continúa confiando en Dios
Es probable que te sientas cansado y sin fuerzas en este momento, quizás te quedaste en medio camino y no puedes avanzar; no te rindas y retoma fuerzas en Dios, continúa creyendo que el valle de lágrimas se volverá en fuente de poder.
Pon tu esperanza en Dios y ten presente que si nuestras fuerzas provienen de Él, aun la situación más difícil se llega a transformar en bendición.
Por esta razón, te recuerdo que avives el fuego del don espiritual que Dios te dio cuando te impuse mis manos. Pues Dios no nos ha dado un espíritu de temor y timidez sino de poder, amor y autodisciplina.
2 Timoteo 1:6-7 (NTV)
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