»El corazón humano es lo más engañoso que hay, y extremadamente perverso. ¿Quién realmente sabe qué tan malo es? Pero yo, el Señor, investigo todos los corazones y examino las intenciones secretas. A todos les doy la debida recompensa, según lo merecen sus acciones».
Jeremías 17:9,10 (NTV)
Una ventana para ver el corazón
Se cuenta que un profesor de escuela dominical hablaba con sus estudiantes la historia de un filósofo romano que deseaba que todos los hombres tuviesen abierta una ventana en su corazón para que pudieran ver todo lo que pasaba dentro de él.
- Señor- dijo uno de sus discípulos-, yo creo que si esto hubiese sido posible, muy pronto el filósofo habría deseado también una puerta para cerrarla.
¿Qué tan malo es el corazón?
El Señor le dice a Jeremías, en el capítulo 17, versos 9 y 10 que el corazón humano es lo más engañoso que hay y que es extremadamente perverso.
Dios, que puede escudriñar nuestros corazones, que lo conoces todo y sabe todo de nosotros, nos deja saber que no debemos poner nuestra confianza en nuestro corazón, en nuestros sentimientos ni en los hombres.
Mucha gente te dirá que sigas a tu corazón, que te dejes guiar por él, pero ten cuidado, Dios nos advierte que es engañoso.
Los sentimientos cambian, las emociones varían de acuerdo a las circunstancias, la gente puede defraudarnos, pero Dios es el único que no cambia, que tiene planes de bien para tu vida y que ha prometido estar contigo, guardarte, acompañarte y fortalecerte todos los días de tu vida.
El único que sabe qué tan malo puede ser el corazón es Dios. La gente puede darnos una imagen que no es real y traicionarnos, por eso no debemos confiar ciegamente en las personas, nuestra confianza debe estar en el Señor, quien escudriña los corazones.
No pongas tu confianza en la gente ni permitas que tu corazón tome el timón de tu vida, deposita toda tu confianza, tus sueños, tus anhelos y proyectos en las manos de Dios. Pídele que él escudriñe tu corazón y te muestre todo aquello que no le agrada.
Oración del día
Amado Señor Jesús, vengo a pedirte perdón por todas las veces que he puesto mi confianza en las personas y no en ti, perdóname por dejarme guiar por mi corazón antes que por tu Palabra. Gracias porque siempre me has estado cuidando y porque tengo la oportunidad de corregir mis caminos y empezar a tomar decisiones confiando solamente en ti y en tus promesas. Te pido que me ayudes, me des fortaleza y me guíes en cada paso que dé, que escudriñes mi corazón y me muestres todo aquello que no te agrada. En el nombre de Jesús, amén.
Aplicación
¿Alguna vez tomaste decisiones solamente confiando en tu corazón y dejaste de lado la Palabra de Dios? ¿Cuál fue tu experiencia?