Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy.
1 Corintios 13:1-3 (RVR 1960).
En este pasaje el apóstol muestra la importancia del amor en nuestro interior. Menciona que, aunque tengamos dones espirituales, aún si entendiéramos los misterios del cielo o hiciéramos milagros como Jesús al mover los monte, si no tenemos «amor» de nada sirve.
¿Existe el cristiano sin amor?
Es hermoso escuchar una armonía musical, pero es todo lo contrario el sonido de un instrumento sin dirección ya que solamente hará ruido. Así es un cristiano sin amor, sin propósito, porque no está actuando conforme a la voluntad de Dios, es decir, no tiene ningún valor.
Los corintios se admiraban por los dones, las lenguas, los milagros sobrenaturales que recibían, pero el Señor les enseñó que esos detalles eran insignificantes si ellos no tenían “amor”; sin este requisito fundamental lo que hacían no servía de nada.
La clave de la vida
Según estos pasajes tan fuertes de las escrituras, podemos comprender que la clave de la vida es «el amor».
Si crees en Dios debes preguntarte: ¿tengo amor en mi corazón y lo doy en las actividades que realizo? El Señor desea que tu vida sea un instrumento suyo, aquel que donde esté sea agradable para los demás, que sepa amar, así como Jesús nos enseñó.
Te animo a examinarte a ti mismo y si consideras que no tienes este gran requisito, pídele al Señor que te ayude y enseñe a amar, porque antes que todo lo demás, el amor es de gran valor para el Señor.
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