Los futbolistas, al igual que todos los que practican algún deporte, tienen un largo recorrido antes de alcanzar sus sueños. Para muchos de ellos, su mayor logro puede ser ganar la Copa Mundial, ser el mejor jugador del mundo o alguna otra ambición que tengan. Pero para que lo logren, deben pasar por muchas etapas. Sus experiencias y decisiones a lo largo de sus carreras son lo que los convierte en buenos o malos jugadores, y de su larga travesía, nosotros podemos aprender y aplicar en nuestra fe.
Entrena todos los días
No hay buen jugador que logre algo en la vida sin entrenamiento. Ellos no entrenan cuando se les apetece, cuando tienen ganas o les sobra el tiempo. Ellos hacen que su preparación sea su primera prioridad, y así como ellos, nosotros debemos entrenarnos a diario en nuestra fe. Esto quiere decir que debemos hacer todo lo que nos ayude a tener una relación más cercana con Cristo: leer nuestras Biblias, orar, compartir nuestra fe, ser parte de una iglesia, actuar de acuerdo a los preceptos de Dios, etc.
Elige un lugar donde congregarte
El club que acoge a un jugador tiene mucha relevancia en su carrera deportiva porque es el lugar donde aprende, crece y se relaciona con otros deportistas. En la vida cristiana funciona de la misma forma. Debemos encontrar una comunidad de personas que compartan nuestra fe, nos animen, instruyan y permitan crecer espiritualmente. Es importante que no solo asistamos a una iglesia, sino que participemos de las actividades y sirvamos con nuestros talentos.
Escucha a tu entrenador
Un futbolista puede tener idea de cómo jugar, pero es el entrenador y el equipo técnico quienes saben cuál es la mejor estrategia a emplear. Con el entrenador correcto, hasta el jugador más mediocre puede convertirse en el mejor, pero solo si pone de su parte. En el camino del cristiano, pueden haber miles de personas que nos dicen cómo debemos actuar. Podemos escuchar los buenos consejos, pero quien debe ser el guía de nuestra vida es Dios. En sus manos somos como un diamante en bruto que debe trabajarse y si dejamos que él lo haga, seremos mejores cada día.
No permanezcas solo
El fútbol es un deporte que se juega en equipo. Si alguien pretende ganar el juego por su cuenta, no tendrá éxito. El cristianismo es algo que se desarrolla de manera individual, pero no puede llevarse en soledad. Somos seres sociales por naturaleza y eso no se quita cuando aceptamos seguir a Jesús. Debemos trabajar unidos, en equipo, y hacer lo que Dios nos ordena que hagamos; de manera que podamos fortalecernos, animarnos, exhortarnos y consolarnos mutuamente.
Nunca te rindas
No hay futbolista que haya logrado una carrera estable en un día. Si ellos se rindieran la primera semana o el primer año de su carrera, jamás tendrían ningún logro. Su éxito depende de cuán constantes sean y de las decisiones que tomen en los momentos buenos y malos. Para el cristiano funciona de la misma manera. Si nos damos por vencidos ante el primer obstáculo que aparezca en el camino, nunca podremos crecer en nuestra fe y nos alejaremos de Dios. En cambio, si somos persistentes, confiamos en Dios y permitimos que él sea nuestra fortaleza, entonces cada paso en la vida valdrá la pena.
El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido para radio cristiana CVCLAVOZ.