Asociar a un grupo de marginales con siervos de Dios suena bastante foráneo. Hasta parece una falta de respeto mencionar algo así. Curiosamente, es en la historia del futuro rey David donde se da esta extraña conjunción:
Y se juntaron con él todos los afligidos, y todo el que estaba endeudado, y todos los que se hallaban en amargura de espíritu, y fue hecho jefe de ellos; y tuvo consigo como cuatrocientos hombres.
1 Samuel 22:2 – RVR1960
Considere cualquier persona de la audiencia lo que sentiría si fuera llamada a conducir un equipo formado por:
- Afligidos: En cualquier ámbito de la gestión humana, las personas afligidas son consideradas una debilidad. Transmiten desánimo a los demás y lo más seguro es que van a ser ineficientes a la hora de las tareas encomendadas.
- Endeudados: En mi país, una de las cosas que se exige a cualquier postulante a un cargo, público o privado, es que no aparezca con deudas insolutas en los registros de información comercial. Para el dirigente, una persona con deudas refleja a alguien que no maneja bien sus asuntos.
- Amargados de espíritu: Este sería el atributo más complicado y el más indeseable. Una persona afligida a lo mejor puede corregirse con entrenamiento y algo de apoyo profesional. Pero un amargado de espíritu parece un problema insoluble. La amargura es algo que es bastante difícil erradicar de una persona.
No sé si alguien se querría hacer cargo de un grupo de marginales como éste.
Un grupo de marginales transformado en valientes
Pero la historia tiene un fin distinto al que podríamos imaginar. David forjó un ejército con un grupo de marginales que llegó a tener entre sus mejores hombres a treinta héroes. Fueron llamados los valientes de David.
Con éstos hombres venció en innumerables batallas y finalmente conquistó el reino uniendo a todas las tribus bajo una sola bandera. Trabajó con un grupo de marginales transformados bajo la dirección de un auténtico siervo de Dios.
El misterio queda sin resolver
Así, este misterio no tiene respuesta para mí. Imagino que muchas personas más sabias que yo podrían hacer un listado de cosas que David pudo hacer para transformar a este grupo de hombres en un ejército de efectivos escogidos.
Suelo ver que se aplican a esta historia principios de administración, de liderazgo eficaz, y todo aquello que se supone iluminaría a un dirigente para producir un contingente de semejante valía.
Pero la Biblia no arroja muchas luces. Hay que examinar con lupa la vida de David: tiene enormes falencias humanas. Es más, la declaración de que era “un varón conforme al corazón de Dios” no arroja una evidencia muy elocuente.
Es posible, sólo como especulación, que un grupo de marginales se una a un jefe en el que ve cierta aflicción o amargura con la que se identifican. “Alguien como nosotros”, quizá dirían. O, “Tal vez vale la pena que nos juntemos alguien como nosotros”.
Meditaciones impertinentes a mitad de semana…
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.