Todos pasamos por esos momentos críticos de desesperación, de abatimiento donde sentimos que no podemos seguir adelante.
Algunas veces es por una molestia que nos han causado, tan grande, que sentimos que vamos a explotar. Luego la molestia se transforma en decepción y entonces nos sentimos desanimados, como deprimidos.
Tenemos que controlarnos, respirar, apaciguarnos. Más aún si somos creyentes. Sabemos que tenemos que tomar una buena bocanada de aire, tomar fuerzas en nuestro Dios y seguir adelante. Recordar demostrar amor. Eso fue lo que Jesús vino a enseñarnos. Jesús es amor y si está dentro de nosotros, cuando nos sintamos así, dejemos salir ese amor. Todo lo que vayamos a hacer, que vaya acompañado de ese amor.
Pero también es cierto que hay personas que se dedican a diario en nuestro día a día, a tomar acciones, tal vez en cosas muy pequeñas, nada más que para probarnos. Hay gente así. En el fondo pareciera que no han madurado y se comportan como niños, tanteando hasta dónde pueden molestarte antes que explotes. Es como que los dirige el maligno. Detallitos que saben que te molestan. Te lo hacen una vez. Te desacomodan algo que a ti te gusta de una manera en tu escritorio, en tu computadora, en tu casa. Son cosas insignificantes. Pero ¿por qué lo hacen? Para probarte, para molestarte o simplemente por fastidiar. Es increíble que gente supuestamente adulta se ponga en ese plan.
Autocontrol. Eso es lo que se necesita y, cuando sientas que ya no puedes más, habla con Jesús. La madurez es lo que hace que tomemos las riendas de nuestras emociones y podamos seguir adelante y la oración nos trae Su paz, una paz que muchos no pueden entender..
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.