¿Quién me librará de los celos? Los celos son más comunes de lo que pensamos. Afectan tanto en el área relacional como profesional. Los celos pueden llevar a una persona normal a cometer una locura de graves consecuencias.
El 6 de enero de 1994, las imágenes de la patinadora estadounidense, Nancy Kerrigan, en el suelo, llorando con dolor mientras se agarraba las rodillas, horrorizaron al mundo deportivo. Su compañera y rival Tonya Harding fue implicada en el ataque. Posteriormente, la Asociación de Patinaje estadounidense la despojó del título ganado en los campeonatos nacionales de Detroit, y la suspendió de por vida del patinaje.
¿Quién me librara de los celos? Los celos impulsaron el vergonzoso final de la carrera deportiva de Tonya Harding. Y como esa historia existen muchas otra. Personas que no guardaron su corazón y se dejaron arrastrar por los sentimientos.
Otro ejemplo de celos aparece narrado en las Escrituras. Es la historia del rey Saúl y David.
Aconteció que cuando volvían ellos, cuando David volvió de matar al filisteo, salieron las mujeres de todas las ciudades de Israel cantando y danzando, para recibir al rey Saúl, con panderos, con cánticos de alegría y con instrumentos de música. Y cantaban las mujeres que danzaban, y decían:
Saúl hirió a sus miles, Y David a sus diez miles.
Y se enojó Saúl en gran manera, y le desagradó este dicho, y dijo: A David dieron diez miles, y a mí miles; no le falta más que el reino. Y desde aquel día Saúl no miró con buenos ojos a David.
1 Samuel 18:6-8 (RVR 1960)
El rey Saúl cometió dos errores que muchas personas que sufren de celos cometen:
- Caer en la comparación.
- Abrirle paso al temor.
Cómo ser libre de los celos
Para ser libre de los celos lo primero que debes evitar es la comparación. Dios nos ha equipado a todos con diferentes dones y talentos.
Dios, en su gracia, nos ha dado dones diferentes para hacer bien determinadas cosas.
Romanos 12:6 (NTV)
Tú tienes una forma de hacer las cosas con un estilo único. Podrán imitarte, pero no igualarte. Descansa en ese conocimiento, eres especial.
Y no le des lugar al temor. El miedo a perder tu lugar te lleva a apretar con fuerza y cerrar la válvula de oxigeno. Pero una relación, una carrera o un ministerio necesita oxigeno al igual que las plantas para crecer y desarrollarse.
Si entiendes que Dios te creo con un propósito especial y que eres único también entenderás que estas donde tienes que estar (y con quién tienes que estar). Si has depositado tu confianza en Dios sabes que el y solo el ordena tus pasos.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.