A nadie le gustan los tiempos de adversidades, pero son parte de la vida y por eso, debemos aprender a aceptar las que vengan.
La adversidad puede ser parte del plan de Dios para nuestro progreso eterno. Las dificultades nos refinan y ayudan a llegar a la obra maestra que Dios tiene en mente.
Lo cierto es que la vida de todos está llena de buenos momentos y pruebas que no nos agradan. En el mundo y las noticias vemos gozo y dolor, planes deshechos y cambios en nuestra vida que nos sacan de la zona de comodidad.
Es lógico que deseemos evitar el sufrimiento, pero Dios no nos prometió una vida sin adversidades, pero sí que nos acompañará durante ellas y es lo que debemos recordar. Sin importar las circunstancias, Dios está con nosotros y podemos dejar la batalla en Sus manos.
Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios.
Job 2:10 (RVR 1960)
Tu vida puede estar llena de adversidades, pero no estás solo. A todos se nos van seres queridos, hemos pasado por momentos de apuros económicos. Tal vez un familiar está pasando por una enfermedad con un diagnóstico poco prometedor, pero no olvides que Dios está contigo.
No podemos cambiar las adversidades pero sí nuestra actitud
No podemos hacer que las adversidades desaparezcan. Tenemos que aceptar que seguirán, pero que tenemos la opción de tener una actitud calmada y con miras al triunfo, porque le damos la batalla al que la puede ganar: a Dios.
No dejes que la adversidad te defina ni te lleve a pecar. No le reclames a Dios. Recuerda cuánto te ama y pídele sentir Su paz durante esos tiempos. Dale gracias por todas las veces que has tenido que aceptar la adversidad en tu vida y confía en Él.
En la eternidad, si elegimos recibir a Jesús como nuestro Señor y Salvador, tendremos esa vida que nos prometió sin enfermedades, dolor, pesares. Una vida en un lugar que Él nos está preparando, donde no tendremos que aceptar adversidades.
Oración del día
Amado Dios de mi vida. Bendito seas por Tu gracia y Tu inmenso amor por nosotros. Padre amado, vengo a pedirte que yo siempre sienta Tu presencia en la adversidad, que recuerde Tu gran amor, Tu poder, y ponga yo todas esas cosas que me preocupan, que me molestan o que me estresan en Tus manos, con la confianza de que la batalla está ganada porque eres Tú quien la pelea.
Gracias Señor mi Dios, en el nombre de Jesús te pido, amén.
Aplicación
¿Cuál de las batallas por las que has pasado te ha hecho molestarte con Dios o reclamarle el por qué?