El pecado afecta nuestra relación personal con Dios, con nuestro prójimo y con nosotros mismos porque nos aleja de Dios, nos quita la paz y nos hace esclavos de lo malo.
El pecado trae conflictos
El pecado puede generar una batalla en la vida de uno mismo y ganarla sin ningún problema si no hay un poder para luchar contra él. Se puede intentar vencer al pecado humanamente, pero, los esfuerzos serían inútiles.
He descubierto el siguiente principio de vida: que cuando quiero hacer lo que es correcto, no puedo evitar hacer lo que está mal. Amo la ley de Dios con todo mi corazón, pero hay otro poder dentro de mí que está en guerra con mi mente. Ese poder me esclaviza al pecado que todavía está dentro de mí. ¡Soy un pobre desgraciado! ¿Quién me libertará de esta vida dominada por el pecado y la muerte?
Romanos 7:21-24 (NTV)
En estos pasajes vemos al apóstol Pablo que está tratando de ser bueno por sus propias fuerzas, pero fracasa una y otra vez por el poder del pecado que habita en él. Lo que Pablo vivió en ese momento es la batalla que cualquiera de nosotros enfrenta cuando intenta obedecer a Dios en sus propias fuerzas.
¿Cómo vencer el pecado?
Por eso les digo: dejen que el Espíritu Santo los guíe en la vida. Entonces no se dejarán llevar por los impulsos de la naturaleza pecaminosa. La naturaleza pecaminosa desea hacer el mal, que es precisamente lo contrario de lo que quiere el Espíritu. Y el Espíritu nos da deseos que se oponen a lo que desea la naturaleza pecaminosa. Estas dos fuerzas luchan constantemente entre sí, entonces ustedes no son libres para llevar a cabo sus buenas intenciones.
Gálatas 5:16-17 (NTV)
Luego de luchar contra el pecado, con sus propias fuerzas, el apóstol Pablo dice que la única manera de vencerlo es andando en el espíritu. El término andar se refiere a “caminar juntos”, lo que significa, que el Espíritu Santo es la clave para ser libres del pecado.
El Espíritu Santo es quién nos da poder para vencer el pecado. En Mateo 4:1, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu, ahí estuvo en comunión con su Padre durante cuarenta días y cuarenta noches. Cuando regresó de la presencia de Dios, fue tentado por satanás, quien no pudo vencerlo porque Jesús estaba lleno del Espíritu Santo.
Por lo tanto, para poder ser libre de la esclavitad, debes andar en el Espíritu Santo.
Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
Hechos 1:8 (RVR1960)
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
Una respuesta
Exelente