Es un hecho que hacemos nuestra labor para Dios con gusto y confianza, llevamos a cabo la Gran Comisión y predicamos o hablamos de la esperanza que tenemos en Jesús cada vez que podemos. Pero definitivamente se nos dificulta entender que nos da Su poder.
Todos quisiéramos tener la posibilidad de sanar a personas, cuando algún familiar, amigo o ser querido se nos enferma. Pero, sabiendo la gran responsabilidad que eso acarrearía, nos debe dar un poco de tiempo de reflexión.
Vayan y anúncienles que el reino del cielo está cerca. Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, curen a los que tienen lepra y expulsen a los demonios. ¡Den tan gratuitamente como han recibido!
Mateo 10:7-8 (NTV)
Pensar en la manera en la que las personas se aglomerarían donde nos vieran, si tuviéramos esa posibilidad nos exime de querer tener ese talento. Imaginamos a Jesús en momentos determinados, no pudiendo sanar a todos y teniendo que controlar masas de personas que querían al menos tocarlo.
Nos puede dar esos dones para la gran comisión, pero son de Él
Sí, es posible que si le pedimos que a través de nosotros sane a alguien, esto ocurra. Sin embargo, no quiere decir que podremos sanar a todo el mundo. Y al fin y al cabo, debemos estar muy claros en que no somos nosotros sino Dios a través de nosotros.
Tenemos un Dios maravilloso que nos da tanto y nos ama tan increíblemente, que sabe si nos conviene tener un don o no. Si nos permite experimentar la sanación de alguien por Él o no. Pero que nunca se nos olvide que Dios es Soberano y que es Él quien sana en cualquiera de los casos.
Por eso, seguimos predicando la esperanza maravillosa que tenemos en Jesús. Les seguimos anunciando las Buenas Nuevas a todos quienes podamos. Les contamos nuestra historia, nuestra experiencia a partir de invitar a Jesús a ser nuestro Señor y Salvador.
Miramos a las personas que no son salvas, con compasión, pues lamentamos que de no tomar la decisión de pedirle a Jesús entrar en sus vidas, queden perdidos y al morir, no vayan a ese lugar maravilloso que Jesús nos está preparando en el cielo. Todo por ese gran amor.
En el hogar de mi Padre, hay lugar más que suficiente. Si no fuera así, ¿acaso les habría dicho que voy a prepararles un lugar? Cuando todo esté listo, volveré para llevarlos, para que siempre estén conmigo donde yo estoy.
Juan 14:2-3 (NTV)
Es sobre el amor de Dios para con nosotros que tenemos que hablarles a las personas. De cómo envió a Su Hijo, siendo Dios, a hacerse en parte humano como nosotros. Y todo para que fuera el sacrificio requerido por las faltas de toda la humanidad. Escogiendo creer en Él somos salvos.
Sigue invitando a otros a conocer de ese gran amor y de ese lugar especial que Dios tiene para quienes creen en Él. Insiste cada vez que Dios te indique y sientas la oportunidad de hablar de Jesús, es nuestro deber y nos llenará de júbilo cuando lleguemos al cielo.
Oración del día
Padre Santo Jehová, ¡te doy gracias mi Dios por amarme tanto! Bendito Dios, que pueda yo siempre estar atento a lo que me indiques hacer. Si me das la posibilidad de ser Tu instrumento para sanar a alguien, que nunca olvide que no soy yo sanando, eres Tú mi Dios.
Bendice a todos aquellos con quienes me cruce en la vida y ayúdame a ser mejor cada día para Ti. Que siempre atienda a Tu llamado y pueda hablarles de la maravillosa esperanza que tenemos en Ti, quienes creemos y tenemos fe. Gracias mi Dios. Amén.
Aplicación
Cuéntanos, ¿alguna vez pudiste ver el poder de Dios obrando un milagro en alguna vida? ¿Qué sucedió? ¿Cuál fue tu experiencia?