Estar en la iglesia no es sinónimo de estar cerca de Dios, podemos estar en la iglesia, pero nuestro corazón lejos de Él.
Los hijos de Eli en la iglesia
Los hijos de Eli servían en un lugar de privilegio, eran sacerdotes en la casa del Señor, pero a pesar de ello no tenían temor de Dios. Eran unos sinvergüenzas porque a través de su codicia, violencia e intimidación hacían que otros ya no volvieran ni llevaran ofrendas al Señor.
Eran hombres impíos que no le tenían respeto al Señor ni a sus obligaciones sacerdotales. Cada vez que alguien ofrecía un sacrificio a Dios, del animal sacrificado la mejor parte era entregada al Señor, para que recibiera lo mejor y lo hiciera primero, antes que otros. Pero en su orgullo, los hijos de Elí tomaban para ellos la mejor porción, antes de entregarle al Señor.
Los hijos de Eli, a pesar de estar en la casa de Dios, no respetaron el altar del Señor y dejaron que el pecado los llevara a tomar decisiones muy lamentables. Abusaron de su autoridad en el templo y estaban cometiendo inmoralidades sexuales con las mujeres que venían a adorar al tabernáculo.
Consecuencias del pecado
Eli les habló a sus hijos de las consecuencias del pecado, pero ellos no obedecieron. No les importó cambiar e hicieron oídos sordos a las advertencias de Dios por medio de su padre. Como consecuencia, no pudieron escapar de la paga del pecado que es la muerte.
Elí les dijo: «He oído lo que la gente dice acerca de las cosas perversas que ustedes hacen. ¿Por qué siguen pecando? ¡Basta, hijos míos! Los comentarios que escucho del pueblo del Señor no son buenos. Si alguien peca contra otra persona, Dios puede[g] mediar por el culpable. Pero si alguien peca contra el Señor, ¿quién podrá interceder?». Sin embargo, los hijos de Elí no hicieron caso a su padre, porque el Señor ya había decidido quitarles la vida.
1 Samuel 2:23-25 (NTV).
Dios siempre va a hablarnos una y otra vez para hacernos dar cuenta que estamos obrando mal, para que podamos corregirnos. Pero, si ignoramos las advertencias de Dios podemos terminar como los hijos de Eli.
No hay que tolerar el pecado ni debemos dejar que avance, porque podemos llegar a ser esclavos del pecado.
Abramos nuestro corazón completamente ante Dios y pregúntenosle si hay algún pecado desconocido o no percibido. Así como David lo hizo.
Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno.
Salmos 139:23-24 (RVR 1960).
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