Todos los apóstoles (excepto Judas, quién es denominado el hijo de perdición) fueron obedientes hasta la muerte. A ellos no les importó que la gente se burlara de su fe, ni dejaron que los problemas apagaran su amor por Dios. Estaban dispuestos a permanecer firmes y morir por su fe.
Obedientes hasta la muerte
Esteban, uno de los discípulos del Señor, entregó su vida por causa de Cristo y fue obediente hasta la muerte. “Mientras lo apedreaban, Esteban oró: «Señor Jesús, recibe mi espíritu». Cayó de rodillas gritando: «¡Señor, no los culpes por este pecado!». Dicho eso, murió.” Hechos 7:59-60 (NTV)
Santiago, uno de los apóstoles de Jesús, también se mantuvo firme en la fe hasta su muerte. “Por ese tiempo, el rey Herodes Agripa comenzó a perseguir a algunos creyentes de la iglesia. Mandó matar a espada al apóstol Santiago (hermano de Juan)” Hechos 12:1-2 (NTV)
El apóstol Pablo fue perseguido, encarcelado, torturado y después decapitado a causa de su fe. Pero nunca negó a Jesús, sino que permaneció obediente hasta la muerte. Y antes de descansar en el Señor, dijo:
Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.
2 Timoteo 4:6-8 (RVR 1960)
Todos los seguidores de Jesús estuvieron dispuestos a padecer antes que renunciar a su fe, ¿estás dispuesto a seguir ese ejemplo y ser obediente hasta la muerte?
La recompensa de la fidelidad
Deuteronomio 28 enumera las bendiciones de Dios y asegura que las mismas te alcanzarán si obedeces al Señor en todo y cumples cuidadosamente sus mandatos.
Por otro lado, para aquellos que deciden morir a causa de Cristo, la muerte es ganancia porque les espera un futuro eterno a lado de Dios, donde el Señor mismo estará entre su pueblo y vivirá con él.
Él les secará toda lágrima de los ojos, y no habrá más muerte ni tristeza ni llanto ni dolor. Todas esas cosas ya no existirán más.
Apocalipsis 21:4 (NTV)
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