Muchas personas son buenas para señalar el error de los demás, prejuzgan las acciones sin saber lo que hay detrás; por ello, Dios es el único que puede juzgar porque conoce el corazón y las intenciones. Aunque los demás te señalen por tus errores, Dios te recibirá con amor.
Dios te recibirá con amor, no te ocultes más
Cuando la mujer adúltera fue presentada delante de Jesús por los escribas y fariseos, para que la juzgara, ellos esperaban que Él emitiera un juicio severo, porque la ley lo decía. Lo que pasó fue algo diferente, el Señor, quién es Dios mismo, no la condenó, más al contrario juzgó a quienes la trajeron y a ella la perdonó.
Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.
Juan 8: 10-11 (RVR1960)
Sin duda ella pecó, como todos los que la acusaban, y lo que ella recibió de Jesús fue su amor y perdón. ¿Acaso alguien así no cambiaría de rumbo al ser perdonado? Pues ese es el detalle, el Señor hace la diferencia en la vida más perdida y le da un nuevo sentido a su existir.
No necesitamos escondernos de Dios cuando fallamos, Él como nadie nos perdonará y seguirá moldeándonos para que seamos santificados.
Antes de señalar a tu prójimo ¡ámalo!
No tomemos el papel que solo a Dios le corresponde, en cambio, antes de juzgar, oremos por quienes creemos que necesitan ser corregidos, esa es una manera de amarlos.
El Señor se encargará y agregará paz a nuestro corazón por ser intercesores.
Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.
Juan 13:34 (RVR 1960)
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