Cuando dedicamos nuestra vida a Dios, cuando tenemos una verdadera relación con Él, perdemos el temor y no nos desalentamos porque sabemos que está con nosotros siempre. Cuando confiamos verdaderamente en Él, solo tenemos que seguirlo, pues siempre va delante de nosotros.
No temas ni te desalientes, porque el propio Señor irá delante de ti. Él estará contigo; no te fallará ni te abandonará.
Deuteronomio 31:8 (NTV)
Aprende a escuchar
Seguirlo tiene que ver con escucharlo para entender las direcciones que nos da. El Espíritu de Dios está en nosotros y siempre nos guía si le prestamos atención. Saber escuchar la voz del Espíritu es clave para ser un buen seguidor de Jesús. No necesitamos esperar por señales, sino dejarnos guiar.
Y el seguirlo es escoger en obediencia por nuestras raíces en la fe. Sabemos que el amor, la alegría, la paz y la paciencia son frutos del Espíritu. Y son lo que debemos cultivar en nosotros y compartir con otros. Mostrarles la alegría que nos da ser creyentes, la paz que nos da la esperanza que tenemos en Dios.
En cambio, la clase de fruto que el Espíritu Santo produce en nuestra vida es: amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, humildad y control propio. ¡No existen leyes contra esas cosas!
Gálatas 5:22-23 (NTV).
Seguirlo incluye lo que hacemos y a dónde vamos
El seguir a Dios incluye lo que hacemos y hacia dónde vamos, así como hacia dónde no debemos ir y lo que no debemos hacer. Cuando no hacemos lo que el Espíritu nos guía a hacer, caemos en los errores y damos una mala imagen.
Seguir a Jesús significa tomar los pasos hacia donde Él nos dirija y colocarnos en disposición de seguirlo. Y la mejor manera de saber lo que requiere de nosotros es estar en constante comunicación con Él a través de la oración y la lectura de la Biblia. No olvidemos que lo que más desea es que tengamos una relación con Él. No una religión.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.