Afirmo que hay caminos laterales del conocimiento. En breve, por cierto. No hay espacio para ensayos profundos. Y la cosa es más o menos así:
Saber no es comprender. Para entender hay que preguntar y ser rebelde al lugar común, a la frase hecha, al meme. Una bonita frase no es verdad necesariamente. Un libro atractivo y leído por millones suele ser la repetición de lo que se viene diciendo hasta la náusea.
En cambio, los caminos laterales del conocimiento son arduos, pero gratificantes. Para comprender hay que transgredir los límites que impone la cultura predominante. El ambiente condiciona, entibia el juicio, desgasta el filo cortante de la crítica. No hay nada más decepcionante que celebrar lo predecible, replicar lo que todos andan diciendo por ahí, colgarse de las tendencias sociales.
Educados en los caminos laterales del conocimiento
Ser educado no es haber leído muchos libros o disponer de un grado académico. El conocimiento se agudiza con el cuestionamiento, el análisis del texto, el pensamiento crítico, el examen desconfiado de las palabras y de la imagen. Hay que dudar de todo responsablemente —no sólo porque sí—.
Se requiere el oficio de analizar y entonces ser capaz de sintetizar y resumir. Es necesario escudriñar diligentemente el motivo implícito del hablante, descubrir la manera en que ve el mundo, incomodarlo con preguntas impertinentes.
¿Para qué complicarse así la vida?
¿Por qué transitar los caminos laterales del conocimiento cuando se puede andar por la ancha avenida de lo convencional?
¿De dónde sale esta profesión, este prurito de ir más allá de lo obvio, de leer entre líneas? Del duro ejercicio de la libertad de pensar, de la libertad de conciencia, de la libertad de los miedos institucionales y de las tradiciones que cautivan la mente de la inmensa mayoría. Esta disposición anímica no surge de pronto; no es una agradable revelación que coloca todo en su lugar para tranquilidad de los sentidos. Se va conquistando progresivamente.
El costo de caminar por las orillas
Por cierto, se paga el precio de la diferencia. Se tiene que resignar uno a la soledad porque lo común, lo fácil, lo popular agrupa y mimetiza a la multitud. Lo otro aleja. La granja, el rebaño, la grey emparejan y uniforman.
Asiente uno y sonríe a lo convencional. La controversia causa temor, es políticamente incorrecta y se tilda de insumisión y falta de mansedumbre.
Comprender es más que saber. Angosta es la puerta de la vida examinada y son pocos los que la hallan. Es que los caminos laterales del conocimiento son como aquel hombre que encontró una perla preciosa en su terreno.
Este texto se encuentra en el libro “Palabra Lateral”, de Benjamín Parra Arias y se encuentra disponible en lashojasdeparra.com
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.