No siempre es así, pero un buen lugar es mejor que ningún lugar. “Lugar” es una voz latina que proviene de lucus. Se piensa que originalmente la palabra designaba un espacio para la protección de un culto divino.
Por supuesto, el cristianismo eliminó esa idea, como a muchas otras mientras dominó Occidente. Finalmente, la palabra se asoció a “pequeña población establecida en un claro del bosque”.
No se puede negar la atracción que ejerce esta definición: ese parece un buen lugar. Un pequeño espacio donde la vida transcurre lejos de la desbordante locura de las grandes ciudades.
De ningún lugar a un buen lugar
La siguiente cita nos propone otras consideraciones acerca de lugar:
La eutopía imagina un mundo social de paz universal, un mundo humano de justicia distributiva no violenta donde todos tienen una parte equitativa y justa del mundo de Dios como Reino de Dios.
“Cómo leer la Biblia y seguir siendo cristiano. Luchando contra la violencia divina desde el Génesis al Apocalipsis”, John Dominic Crossan, Editorial PPC, Madrid, 2016, página 162
Casi todos saben que utopía significa algo como “ningún lugar”. Es decir, no hay posibilidad alguna de que cristalice una idea que supere a todas las demás. En contraposición, hemos oido de distopía, un escenario inquietante —y bastante posible—. Piénsese en películas como El Libro de Eli, Mad Max o Matrix.
En el libro citado, Crossan propone una tercera posibilidad: la eutopía: un “buen” lugar. Y, definitivamente, un buen lugar es mejor que ningún lugar.
El fin de todas las utopías
La modernidad, y más tarde la post modernidad, han traído consigo la caída de prácticamente todas las grandes ideas. La verdad, la justicia, el buen gobierno, el bienestar común y la concordia entre los pueblos han demostrado ser ningún lugar, no un buen lugar.
La condición humana tiene una notable aptitud para destruir todas las esperanzas. El propio interés, la codicia, la maldad son sus herramientas de trabajo y hacen imposible que las cosas mejoren.
Se lleva a cabo por estos días en Escocia la COP26 (Cumbre por el Cambio Climático). Prevalece la impresión que hay cada vez menos posibilidades de lograr un acuerdo mundial para el cuidado y la preservación del planeta.
Es decir, después de la utopía, la distopía. ¿Habrá una oportunidad para un buen lugar, una eutopía?
¿Cuál podría ser ese lugar?
Hay quienes creen que un buen lugar sólo sería posible después de esta vida. Toda religión y creencia, excepto quizá el materialismo ortodoxo y algunos otros humanismos, abriga la esperanza de un después mejor que el actual.
Al menos, todos están de acuerdo en algo: un buen lugar es mejor que ningún lugar. Entonces, la pregunta es cuál y cómo sería ese lugar.
La aspiración de todos los seres humanos es vivir mejor. En paz. Con un entorno amigable. Respetuoso, libre, con igualdad.
El problema que es la mayoría de los seres humanos no se ponen de acuerdo sobre cuál sería el camino para lograr esos anhelos.
En muchos de nuestros artículos hemos reflexionado sobre este asunto y lo seguiremos haciendo. Un buen lugar es una buena cosa. Es posible lograrlo.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.