La iglesia en el camino ha sido inaugurada. Se pensaba que eso ocurriría en tiempos de opresión y persecución sostenida contra la fe. Se pensó que tal vez tendría lugar en un futuro cibernético donde las máquinas administraran la vida. Pero está aquí y queremos describir algunas de sus características.
Aclaro primeramente que no se trata de la “Church on the Way” de territorios estadounidenses. El alcance de nombres es completamente casual. Acá, la iglesia en el camino es un experimento social que crece y desafía las ideas sostenidas por la nomenklatura respecto de cómo debe funcionar.
Primero, citemos a Pablo Alaguibe
Pablo Alaguibe es un cristiano que escribe cosas maravillosas. Pero sus libros no circulan en las editoriales que bautizan y bendicen a los autores consagrados. Porque Alaguibe dice cosas que importunan el orden que ha sido establecido por invisibles —pero potentes— poderes fácticos (esto lo digo yo, no Alaguibe, por las dudas). Escribe sus libros en servilletas y cuadernos y los imprime en un altillo que se conoce como la casa del ciruelo o algo así. Aquí, su versión de “ir a la iglesia”:
¿Habrá algún otro que quisiera decir “voy a la iglesia” y salir feliz para el café a ver a los amigos, y escuchar al que está roto y planear con él la estrategia definitiva para cambiar el mundo? ¿Existe por ahí quien quiera decir “voy a la iglesia” y hacer después todo eso y volver contento a casa (la servilleta de papel llena de ideas) sintiendo que de veras estuvo en la presencia del Señor?
(Mail, Cuaderno Celeste, Pablo Alaguibe, Altillo de la Casa del Ciruelo, 2017)
Funcionamiento inesperado de la iglesia en el camino
Aunque para el alma sensible a la prosa poética las palabras citadas serían concluyentes respecto de la iglesia en el camino, agreguemos algunas otras cosas interesantes. Los participantes de la iglesia en el camino tienden a juntarse en diversas ocasiones y en distintos lugares. No han establecido una autoridad imponente y visible, sino que todos se someten en amor los unos a los otros.
Han decidido explorar juntos, con el alma desnuda y curiosa, las páginas de la Biblia, a la que le hacen preguntas impertinentes pero necesarias. No se habla ex cathedra, sino todos caminan libro por libro y por sus feraces territorios.
Están en todas partes. A veces andan por las casas, otras en el café. También después de almuerzo en la sobremesa. Acuden presurosos a las necesidades de alguna o de alguno y se turnan para cuidar a los que están en crisis.
Comentan las implicaciones escriturales que puede tener una serie de Netflix o cuestionan los motivos y andares de los señores políticos, pongamos por caso. Sueñan con desplegar un grupo estratégico de creyentes en los lugares centrales del poder y poner todo patas para abajo, como corresponde, ¿no ve?
En fin, la iglesia en el camino existe, es ubicua e inencontrable. Pero todos se dan cuenta dónde está.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.