Desde niños nos suelen preguntar qué queremos ser cuando grandes. Y en esa edad es sencillo decir cualquier respuesta porque no conocemos las responsabilidades que acarrea lo que pensamos querer. Luego, el saber cuáles son los verdaderos deseos que tenemos, se va complicando en la medida que crecemos.
Pero es maravilloso saber que tenemos la promesa de Dios, de que nos concederá los deseos de nuestro corazón. Por eso es bueno estar claros en lo que queremos, aquello que anhelamos y que se alinee con la voluntad de Dios para nosotros.
Confía en el Señor y haz el bien; entonces vivirás seguro en la tierra y prosperarás.Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón.
Salmos 37:3-4 (NTV)
Deleitarnos en el Señor es creer firmemente en Su inmenso e infinito amor por nosotros. Dios te ama como nadie te amará y mientras más te acerques a Él, sabrás cuál es tu propósito y cuáles son tus verdaderos deseos, los que serán de provecho para ti.
Es increíble lo fácil que se les hace a muchos creer en cualquier cosa que les digan y se les dificulte tanto creer en el inigualable amor de Dios. Él nos ama, nos perdona, nos ayuda, provee para lo que necesitemos y nos acompaña en todo momento.
¿Estás consciente de que Dios está dispuesto a otorgarte tus verdaderos deseos?
Ese mismo Dios que creó todo lo que existe, está dispuesto a otorgarte los deseos de tu corazón. Así que piensa bien cuáles son tus verdaderos deseos, los que te conviene pedir, los que te harán bien y dejarán una huella hermosa en otros.
Ten la conciencia de que Dios quiere tener una relación estrecha contigo. Dale prioridad al tiempo que pases con Él en tu vida. Conversa con Él y cuéntale todo lo que te preocupa y lo que sientes que deseas. Piensa cuáles son tus verdaderos deseos y díselos a Dios.
En esa misma porción de Escritura leemos lo necesario para que Dios nos complazca esos verdaderos deseos: Hacer el bien y confiar en el Señor nuestro Dios. Él se complace en darnos gustos, sobre todo si sabe que son para bien.
Nuestro querido Dios nos responde siempre. Puede responder de inmediato o se puede demorar un tiempo en complacernos. Puede responder que no, si sabe que algunos de esos verdaderos deseos nos van a traer malas consecuencias.
Por eso insisto en que pasemos más tiempo con Él, necesitamos conocerlo mejor y saber cuál es nuestro propósito en esta vida para, de esa manera, saber pedir y cuáles son nuestros verdaderos deseos.
Oración del día
Dios celestial, Dios vivo, Único y verdadero, gracias una vez más por Tu amor, por Tu bondad y generosidad. Bendito y amado Señor, analiza los deseos de mi corazón y compláceme solo con los que sepas que serán de bien para mí.
Gracias por ese privilegio que tengo de conversar contigo así no más. No tengo que pedirte cita y me calma mucho el saber que siempre estás ahí para mí. Gracias una vez más, te pongo los deseos de mi corazón a Tus pies y pido por ellos en el nombre de Jesús, amén y amén.
Aplicación
¿Cuáles deseos de tu corazón has sentido que Dios no te ha otorgado?