No podemos negar la influencia que las experiencias vividas tienen en nuestro presente. ¿Alguna vez te has preguntado el porqué de ciertas actitudes tuyas?
Quizá te has quedado sorprendido pensando en tu forma tan repentina de actuar frente a ciertas situaciones, y preguntándote por qué reaccionaste de esa manera ante una determinada situación. Es triste decirlo, pero muchas de nuestras reacciones provienen de heridas escondidas, de traumas que no han sido superados, y cuando éstas se acumulan son como aguas estancadas que desprenden olores apestosos.
¿Qué has estado almacenando en tu corazón?
Tal vez desde muy pequeño has sido abandonado por tus padres y tuviste que arreglártelas solo para salir adelante; es posible que hayas sido violada y agredida por quienes son parte de tu familia o círculo de amigos; quizá no has podido perdonar el constante rechazo de tus padres cuando sólo eras un niño. Pueden ser miles de situaciones de las que te cuesta hablar y prefieres esconderlos o ignorarlos, porque cada vez que tocas el tema, tus lágrimas corren por tus mejillas a causa del dolor que siente tu alma.
Todos hemos sido lastimados alguna vez. Por ello, quiero animarte a no seguir huyendo con una herida que podría infectarse provocando más dolor por no recibir un tratamiento adecuado. Porque si no permites que nuestro Médico Celestial sane tu corazón, terminarás contagiando a otros.
Hoy te animo a entregarle a Dios tu corazón y sea Él quien remueva toda infección de tu alma; porque sólo su amor podrá llenar todos esos vacíos y heridas que te han causado tanto dolor. Y entonces podrás ser libre de toda amargura.
Observa lo que dice Salmos 147:3 (NVI): Restaura a los de corazón quebrantado y cubre con vendas sus heridas. Les daré un nuevo corazón.
Dios promete darte un nuevo corazón ¿Estás dispuesto a aceptarlo?
El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.