En el segmento Desde otra perspectiva de Uno nunca sabe, Benjamín Parra abordó el tema de la validez de la enseñanza en tiempos de la virtualidad extrema: ¿Educación, para qué?
Recordó que él se formó en un mundo muy distinto. Todo giraba en torno al libro, el profesor o el predicador. La enseñanza estaba concebida como un programa de estudios o una doctrina y tenía lugar en una sala de clases o una iglesia.
El profesor o el predicador eran la autoridad suprema. La Biblia, la enciclopedia, el diccionario Larousse y el Atlas eran los manuales de consulta de todo. Todo se hacía manualmente; era, de un modo muy real, una formación construida.
Hoy todo está sumergido en el mundo virtual
Benjamín explicaba que prácticamente todo está en internet. Se pueden hacer casi todos todos los trámites que antes exigían presencia física. Con los tutoriales, se puede aprender a hacer muffins de chocolate, arreglar un termostato o hacer videos que se conviertan en furor en las redes.
Educación para qué, entonces, si todos los contenidos están ahí. Recordó que un nieto suyo le dijo a su mamá: “¿Para qué hay ir a la escuela si todo está en internet?” Y no sólo una vez, sino miles o millones de veces. Se podría aprender cualquier cosa virtualmente desde aprender a leer hasta montar un sistema de calefacción solar; o desde aprender matemáticas desde cero hasta dominar el chino mandarín.
Metaverso e inmersión en el celular
Benjamín explicó que el metaverso va a meternos en una atmósfera totalmente envolvente y se podrá hacer de todo ahí. Por otra parte, la cantidad de horas que pasamos con el celular es cada vez mayor.
Pareciera que no hay tiempo ni necesidad, leer, estudiar o elaborar contenidos complejos. Está todo hecho. Un estudiante tiene todos los trabajos y los temas de estudio que quiera.
Dependemos de ese medio para casi todo. Para el ser humano corriente es casi imposible concebir el mundo hoy sin celular. Incluso puede prescindir de las computadoras.
¿Educación, para qué?
Cuál es entonces, el futuro de la educación. ¿Dejará de tener sentido ir a una sala de clases, tener un profesor? En definitiva, ¿educación para qué?
Benjamín recordó además que la escuela tradicional se diseñó para un entorno nacional, impreso y predecible. Hoy la escuela y la educación tienen que pensarse como algo global, digital y mutante.
Son dos maneras completamente distintas de abordar la enseñanza. Por eso vale la pregunta: Hoy, ¿educación para qué?
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.