Muchos vivimos diciendo que somos independientes, pero ¿podemos ser realmente libres e independientes? La verdad es que no; todos necesitamos, dependemos de algo o de alguien.
Somos dependientes desde que llegamos al mundo y continuamos siéndolo durante toda nuestra vida. Dependemos de nuestra madre para alimentarnos y cambiarnos entre muchas otras cosas cuando somos recién nacidos. Y luego vamos aprendiendo, pero ¿realmente podremos llegar a ser libres e independientes?
Si lo analizamos a conciencia, la respuesta sería negativa.
Tal vez podemos llegar a ser libres de muchas cosas. Sobre todo, cuando conocemos a Jesús y sabemos que nos libera de todas las dependencias del mundo. Nos libera de culpas, del pecado, de cualquier cadena que nos ate y cualquier adicción que nos haga daño; pero no libres e independientes. Dependemos entonces de la fe en Él, de creer en Él.
Nos hacemos libres de lo externo y lo interior
Muchas veces incluso nos tenemos que liberar de nuestros propios pensamientos, costumbres o creencias. Cuando esos pensamientos, costumbres o creencias nos hacen daño, tenemos que librarnos de ellos. Pero entonces somos libres, no independientes. Algunas ajenas, externas y otras, como nuestros pensamientos o sentimientos serían internas, por eso necesitamos de Dios.
La independencia total y absoluta, es muy difícil de lograr
Requiere de mucho esfuerzo, planificación y como nada del mundo es totalmente perdurable, lo volveremos a necesitar. Dependeremos una vez más de eso que se nos termina o se daña. Por eso, para poder llegar a ser totalmente libres, tal vez no independientes, necesitamos a Dios. En Él tenemos permanencia, un amor que perdura, que no falla, que no se daña ni se termina. Esa libertad es maravillosa que no encontramos de ninguna otra manera. Alimenta tu fe teniendo una estrecha relación con Dios, leyendo Su Palabra y permaneciendo enfocado en Él.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.