Para situarnos en la discusión sobre los evangélicos al poder y el reino de Dios, va a ser oportuno recordar estas palabras de Jesús:
Entonces Jesus, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino el que quiera hacerse grande entre vosotros, será vuestro servidor.
Mateo 20:15-16 (RVR1960) Las palabras destacadas son nuestras
Hubo alguna época, perdida en la noche de los tiempos, cubierta por el polvo de la Historia, en que los políticos eran llamados “servidores públicos”.
Hoy todos sabemos que a los verdaderos servidores públicos – como dice una vieja canción del folklore chileno – hay que “buscarlos con vela” -. Por eso llama mi atención esto de evangélicos al poder y reino de Dios porque las considero incompatibles.
Jesús nunca tuvo buena relación con el poder. Siempre lo vio como una anomalía en las relaciones entre los seres humanos.
Todo esto me vino a la mente por una serie que se ha estrenado en Argentina, que lleva por título “El Reino” y que ha causado revuelo en las filas de los creyentes porque se sienten mal representados e incluso objeto de una persecución malintencionada. No discutiré eso aquí.
Evangélicos en la competencia electoral
Hace muchos años, cierto amigo mío, miembro destacado de una comunidad cristiana, se postuló como candidato a diputado nacional (en Chile no hay legislaturas provinciales o regionales).
El eslogan de su campaña fue su nombre y como bajada de título “Hombre de fe”. Era la época en que decir hombre todavía imperaba sobre la sensibilidad de género. Hoy semejante lema no tendría efecto alguno.
Pero lo que me llamaba la atención era el uso de la palabra “fe” como un atributo distintivo. Quería decir él, me di cuenta, que siendo una persona que profesaba la fe cristiana, tal condición garantizaría honestidad, servicio y excelencia.
No fue electo, por supuesto. Pero otros correligionarios que se embarcaron en la cosa electoral y triunfaron demostraron que el ser cristianos finalmente no fue garantía de nada.
La inconveniencia de usar la fe como soporte de la propuesta programática
Hay varias cuestiones que entender sobre los evangélicos al poder y reino de Dios. Cosas que, creo, no corresponden a un candidato cristiano a algún cargo de elección popular:
- Si la persona cristiana es elegida, tenemos que preguntarnos si va legislar preferentemente en favor de los que tienen su misma fe.
- Es posible que considere que lo que hagan sus colegas no cristianos en la legislatura debe rechazarlo porque no son cristianos.
- Afirmará que que los únicos temas relevantes socialmente son el aborto, el matrimonio igualitario y la eutanasia, una cierta supremacía cultural o el cierre de fronteras.
- Es posible que no comprenda que un legislador tiene que conocer todos los temas o, al menos, ser asesorado inteligentemente y que no es “iluminado”.
- Tal vez intente “bautizar” su propuesta programática, si la tiene, con la Biblia.
- Puede suponer que detenta una superioridad moral sobre sus colegas porque es cristiano. O que su mandato legislativo está “santificado” por Dios.
- Sus discursos, ¿serán argumentos políticos o predicaciones?
Por eso digo que no es tan simple esto de los evangélicos al poder. La historia reciente nos advierte de los problemas que esto ha causado.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
Una respuesta
Valiente tema y muy bien argumentado!!!
Es evidente que este tema trae ruido e incomodidad, pero la verdad siempre es así, incómoda.
El reino de Dios no es de este mundo.
Gracias Benjamín!!!